Cine de Medianoche.
22 Abril 2025 112 días pasados ya del año y 253 sin pasar
Ha muerto el Papa Francisco: No ha podido con la Semana Santa.
Hoy Día de la Marabunta o de Zaragüelles en Murcia.
PARA PENSAR: No tenemos una sociedad si destruimos el medio ambiente.
Murcia, martes, sin novedad en casa. Te cuento de hace unos años:
21 julio 1985.- Lunes espléndido: sol, calma, silencio. Mamá y Lina leen en la pinada, junto a la piscina. Es un lugar este inédito este año, que ofrece muchas posibilidades: los pinos ya dan sombra y el lugar es de ensueño a cualquier hora del día.
Pero, sobre todo, por las mañanas a primeras horas, con la radio y un libro no tiene igual. El toldo que se ha puesto ayuda a dar sombra y a situar este rincón del chalé entre los preferidos por todos.
UN LIBRO:
Ayer leí de un tirón “El secreto de la baronesa”, de Vicente Blasco Ibáñez. Es una novelilla de fecha 26 febrero 1926, prologada por un admirador de Blasco Ibáñez. El tal -Antonio Precioso- da cuenta de la altura social a que había llegado el novelista en España y fuera de España.
“Blasco Ibáñez es eso: El Maestro. Para mí, además, es el jefe, el amigo, el consejero…”. Creo que esta admiración le lleva a exagerar en algunas ocasiones, si bien ayuda a conocer ciertos detalles del escritor.
Cuenta el panegirista que el Maestro se casó con una americana millonaria “bella y gentil dama chilena, culta y afable”. Pero será hipérbole cuando dice que con el dinero que reúne esta ilustre y célebre pareja matrimonial se podría cubrir de billetes de mil pesetas todo el suelo de España.
He sacado cuentas, como luego se dice, y resulta que siendo los billetes de 0´15 por 0´10 m., la fortuna del novelista ascendería a más de 30 billones de pesetas; lo que parece exagerado. Con todo, como digo, es para tener en cuenta que nuestro personaje no estaba en la indigencia ni mucho menos.
En la prosa se advierte la soltura y galanura de un artista de las letras. Y por si fuera poco, mantiene el interés hasta el final, dejando cuando se termina un regusto de haber pasado un buen rato leyendo y un profundo pesar de que no siga.
Retrata una época de títulos nobiliarios y prepotencias del clero que chocan hoy. La pobre Marina, hija de la baronesa, sufre en su carne el dolor de un orgullo de clase que le lleva a perder a un hijo sin conocerlo. “El amor, como los ríos, va de arriba abajo”.
Y aquella pobre mujer, que tuvo un desliz con la única persona que trata, vive pensando cómo sería su hijo si viviera. Novela para que leyeran los abortistas; novela que explica el dolor de una madre que no ha podido conocer al hijo que concibió por los prejuicios de una familia noble.
Bien por Blasco Ibáñez. Leeré otras novelas del célebre autor valenciano y republicano de toda la vida. La película que vi en la tele el viernes en "Cine de Medianoche" fue demasiado fuerte. Creo que estas películas tendrán su público, pero a mí me dicen poco.
Su mensaje es de una vaciedad total: que un buen hombre vaya a un pueblo donde reina el alcohol y el vicio no es muy edificante. Que las pasiones anden sueltas como norma de vida y que se busque solo la violencia, tampoco.
Así, pues, al final se ve con agrado que un hombre acabe con un puñado de bestias humanas aun a costa de ser arrojándoles agua hirviendo a la cara, cogiéndolos con cepos de zorras, acabándoles a palo limpio en la cabeza o a tiros a quemarropa.
Como se ve, poco ejemplar. Películas donde se desmadran la violencia y el sexo, temas que parecen ser del agrado de muchos.
Las personas llevamos con nosotros, unos más otros menos, los duendes que se llaman pecados capitales. Tenemos además una razón que nos dice lo que está bien y lo que está mal, y la voluntad que le ayuda -solo en ocasiones- a vencer...
La lucha es dura; el mal que llevamos quiere obrar; la razón -con la voluntad- trata de impedírselo. Bien y mal. Unas veces gana uno; otras veces gana otro. No puede dormir la razón porque el mal está al acecho. Es la lucha de la vida, la lucha personal y la lucha social. Así de sencillo.
Si nos planteamos el problema como cuestión de guerra declarada, de situación de frentes en liza -bien y mal- creo que todos estaremos de acuerdo en apoyar al bien y someter al mal que solo destrucción y calamidad acarrea.
¿Cómo se puede ayudar al bien? Pues anulando el mal, olvidándose de él, dejándole morir atado con las cadenas donde nadie pueda verlo. Como con los incendios, ¿que brotan por aquí? a sofocarlo. ¿Que da la cara por allá? A apagarlo.
Así pues, no encuentro sentido a estas películas como a esas revistas donde se da vida a las pasiones. Se las alimenta y se las incita a desatarse. Es un contrasentido. ¿Qué me dice de ciertos espectáculos bochornosos en los que la gente se insulta, se pelea y hasta se mata? Hay que acabar con las situaciones creadoras de violencia.
Francisco Tomás Ortuño.
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